viernes, 18 de enero de 2013

POLICÍA CIENTÌFICA: LEVANTAMIENTO Y CONSERVACIÓN DE MUESTRAS.

BALISTICA LEVANTAMIENTO. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para el correcto levantamiento de armas de fuego, su conservación y posterior remisión al laboratorio balístico Policial. ALCANCE: Todas las muestras colectadas serán estudiadas con fines periciales en los Gabinetes de Balística Forense dependientes de las distintas Delegaciones Departamentales de Policía Científica RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de cajas de cartón resistente y tamaño acorde al arma incautada, con cordeles que mantengan fija a la misma al soporte y/o en su defecto bolsas plásticas transparentes de alta resistencia. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: • Se levantan en forma manual utilizando guantes de látex, tomándola desde aquellos sectores que posean serigrinados, ranuras, canaladuras, o que no sean aptos para el aposentamientos de huellas papilares tales como los laterales del arco guardamonte; luego de haber registrado previamente la posición del martillo percutor y seguros • Para armas de fuego semiautomáticas o automática, se procederá a extraer el estuche cargador, y luego comprobar la existencia o no del cartucho en la recamara, circunstancia esta que también deberá ser debidamente registrada. • Para el caso de revólveres , se procederá a la apertura del cilindro cargador, debiéndose consignar los cartuchos y/o vainas en forma horaria a partir de aquel que se halla alineado con el cañón, el que será individualizado como numero 1, para luego proceder a la extracción de las vainas y o cartuchos. • Posteriormente se le dará intervención al perito en levantamiento de rastros. • Para el caso que el arma presente adherencias biológicas o de otra naturaleza, antes de ser embalados deberá tomarse muestra de estas, con las técnicas especificas con el objeto de evitar la contaminación o degradación del material extraído. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Los efectos serán introducidos en cajas de cartón y/o bolsas plásticas transparentes, los cuales deben ser cerrados y rotulados con la indicación del material que contienen y lugar del cual fue levantado. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o El arma hallada en la escena del crimen , no será disparada o sometida a limpieza , hasta el momento de la concreción de la pericia. o No se operara los mecanismos del arma incriminada, excepto para desmontarla o descargarla. o Si el arma se encuentra húmeda o mojada debido a fenómenos de condensación u otro tipo de líquido debe secarse a temperatura ambiente o El perito y personal policial interviniente, deberá utilizar guantes descartables, a los fines de no contaminar el arma. No introducir objetos de ninguna naturaleza en el interior del cañón o a través del arco guardamonte, en virtud que pueden alterar las condiciones originales en que fueron hallados, como así tampoco ente el martillo y aguja percusora CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las armas para periciar en las condiciones descriptas no requieren un tipo de conservación especifica, salvo que presenten adheridos restos biológicos y sea necesario su posterior pericia química, para lo cual habrá que secarlas a temperatura ambiente, corriente de aire y a la sombra. NO DEBIENDOSE REMITIR EL ARMA AL LABORATORIO BALISTICO CARGADA BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA. LEVANTAMAIENTO ARMAS BLANCAS. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para el correcto levantamiento de armas blancas, su conservación y posterior remisión al laboratorio balístico Policial. ALCANCE: Todas las muestras colectadas serán estudiadas con fines periciales en los Gabinetes de Balística Forense dependientes de las distintas Delegaciones Departamentales de Policía Científica. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de cajas de cartón resistente y tamaño acorde al arma blanca incautada, con cordeles que mantengan fija a la misma al soporte y/o en su defecto bolsas plásticas transparentes de alta resistencia. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: • Se levantan en forma manual utilizando guantes de látex, tomándola desde aquellos sectores que no sean aptos para el aposentamientos de huellas papilares, tales como la cruz, cantos del mango y gavilán • Posteriormente se le dará intervención al perito en levantamiento de rastros. • Para el caso que el arma presente adherencias biológicas o de otra naturaleza, antes de ser embalados deberá tomarse muestra de estas, con las técnicas especificas con el objeto de evitar la contaminación o degradación del material extraído. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Los efectos serán introducidos en cajas de cartón y/o bolsas plásticas transparentes, los cuales deben ser cerrados y rotulados con la indicación del material que contienen y lugar del cual fue levantado CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Si el arma se encuentra húmeda debe secarse a temperatura ambiente o El perito y personal policial interviniente, deberá utilizar guantes descartables, a los fines de no contaminar el arma. o Debe evitarse golpes sobre el arma, especialmente que pueda afectar la punta y hoja. o Evitar la manipulación excesiva del arma. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las armas para periciar en las condiciones descriptas no requieren un tipo de conservación específica, salvo que presenten adheridos restos biológicos y sea necesario su posterior pericia química, para lo cual habrá que secarlas a temperatura ambiente, corriente de aire y a la sombra. LEVANTAMIENTO PROYECTILES. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para el correcto levantamiento de proyectiles, su conservación y posterior remisión al laboratorio de balística. ALCANCE: Todas las muestras colectadas serán estudiadas con fines periciales en los Gabinetes de Balística Forense dependientes de las distintas Delegaciones Departamentales de Policía Científica. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de recipientes plásticos transparentes, de tamaño compatible con el calibre del proyectil. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: • Se levantan en forma manual utilizando guantes de látex, tomando el proyectil desde la base y ojiva y/o con el empleo de pinzas con puntas inertes y protegidas. • Para el caso en el que el proyectil se halle incrustado en cualquier tipo de superficie debe ser extraído, conjuntamente con la superficie que circunscribe mediante el corte efectuado por distintos tipos de elementos bisturí, tijera, cúter, formón etc) • Para el caso que el proyectil presente adherencias biológicas o de otra naturaleza, antes de ser embalados deberá tomarse muestra de estas con las técnicas especificas con el objeto de evitar la contaminación o degradación del material extraído. • Para el caso que el proyectil se hallare incrustado en el interior del cañón no deberá ser extraído bajo ninguna circunstancia por personal no idóneo en la materia, debiendo ser retirado exclusivamente en el Laboratorio con técnicas apropiadas. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Los efectos serán introducidos en los recipientes plásticos y/o bolsas platicas transparentes, luego de haber sido previamente envueltos individualmente en algún material que no altere la superficie del proyectil y evite el movimiento de éste dentro del recipiente, los cuales deben ser cerrados y rotulados con la indicación del material que contienen y lugar del cual fue levantado. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Evitar roces, golpes , manipulación excesiva. o Las bolsas deben ser cerradas inmediatamente después de introducir las muestras y no será abierto hasta el momento de la realización de la pericia. El perito, personal policial y judicial interviniente deberá utilizar guantes descartables, cubre zapatos, a los fines de no contaminar la escena del crimen, como así también cuando las características del hecho así lo determine se deberá utilizar barbijo, camisolín y lentes protectores. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las muestras de proyectiles para periciar en las condiciones descriptas no requieren un tipo de conservación específica. Siendo importante su remisión a la brevedad al Laboratorio Balístico para su análisis. LEVANTAMIENTO VAINAS. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para el correcto levantamiento de cartuchos y vainas servidas, su conservación y posterior remisión al laboratorio de balística, ALCANCE: Todas las muestras colectadas serán estudiadas con fines periciales en los Gabinetes de Balística Forense dependientes de las distintas Delegaciones Departamentales de Policía Científica. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de recipientes plásticos transparentes, de tamaño compatible con el calibre del cartucho o vaina ; y/o en su defecto bolsas plásticas de elevado gramaje. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: • Se levantan en forma manual utilizando guantes de látex, tomando a la vaina desde la base del culote y boca o con el empleo de pinzas con puntas inertes y protegidas. • Para el caso de revólveres la operación debe realizarse numerando los cartuchos y/o vainas en forma horaria a partir de aquel que se halla alineado con el cañón, que será individualizado como numero 1. • Para cartuchos de grueso calibre , ante la posibilidad que posean la impresión de huellas papilares latentes, debe tomar intervención del perito en levantamiento de rastros. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Los efectos serán introducidos en los recipientes plásticos y/o bolsas platicas transparentes, luego de haber sido previamente envueltos individualmente en algún material que no altere la superficie de la vaina y evite el movimiento de éste dentro del recipiente, los cuales deben ser cerrados y rotulados con la indicación del material que contienen y lugar del cual fue levantado. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Evitar roces, golpes o cualquier daño en el cuerpo, garganta, borde y base del culote. o Las bolsas deben ser cerradas inmediatamente después de introducir las muestras y no será abierto hasta el momento de la realización de la pericia. o El perito, personal policial y judicial interviniente deberá utilizar guantes descartables, cubre zapatos, a los fines de no contaminar la escena del crimen, como así también cuando las características del hecho así lo determine se deberá utilizar barbijo, camisolín y lentes protectores. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las muestras de vainas y cartuchos para periciar en las condiciones descriptas no requieren un tipo de conservación especifica, salvo la exposición a la humedad. Siendo de importancia, que la remisión de los efectos se realice con la mayor brevedad posible, para su análisis en Laboratorio. LABORATORIO QUIMICO CROMATOGRAFIA. INTRODUCCIÓN: En esta Sección se realiza la recepción de expedientes y efectos de causas relacionadas con la Infracción a la Ley 23.737, provenientes de Juzgados Federales de distintas Departamentales de la Pcia. de Bs. Aires, que corresponden a procedimientos realizados, no solo por la Policía de la Provincia de Buenos Aires , sino también por personal de Policía Federal Argentina, y de la Fuerza Aérea Argentina (Policía Aeronáutica). OBJETIVO: Recepcionar el material secuestrado por la Instrucción según consta en el acta de procedimiento según las normativas de infracción a la Ley 23.737. ALCANCE Establecer sobre el material secuestrado consistente en sustancias en polvo, picaduras vegetales, comprimidos, y utensilios varios utilizados para su manufactura, si pertenecen a estupefacientes en infracción a la Ley 23.737 o los destinados a su producción; como así también la determinación de sustancias de uso , abuso y pesticidas en fluidos biológicos (preferentemente en orina). ENVASADO Y DOCUMENTACION: Todos los elementos remitidos al laboratorio deben encontrarse cerrados cumpliendo las garantías de la Ley, con rótulo indicando lugar de toma de muestra, contenido y datos de la causa. Siempre debe adjuntarse copia del Acta de Secuestro, importante en el caso de existir varios allanamientos, y si están implicadas dos o más personas. Generalmente la cocaína en polvo puede encontrarse en distintos tipos de envoltorios como papel glacé, de diario o revistas (ravioles), en nylon (bochitas), compactada (tizas),etc. Mientras que la marihuana puede venir como picaduras vegetales de color pardo en distintos envoltorios (papel, nylon),formando parte de cigarrillos de armado casero, o compactada de distintos tamaños (ladrillos). Los comprimidos pueden llegar en sus respectivos blisters, o sueltos sin identificación alguna. En cuanto a las orinas es importante que se envíe al menos una cantidad no menor a los 50 ml., en envases para muestras biológicas y por duplicado, cerrados, lacrados y rotulados, adjuntándose el acta de toma de muestra, cumpliendo todas las garantías de la Ley. CONSULTAS: Para mayores detalles consultar con el personal de la Sección Cromatografía del Laboratorio Químico Pericial Dptal La Plata, calle 52 y 117, a los TE: 0221-4231819 / 0221-4891481.- CIENCIAS NATURALES MUESTRAS PILOSAS. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para la correcta toma de muestras pilosas, su conservación y posterior remisión al laboratorio. ALCANCE: Todas las muestras pilosas levantadas serán analizadas con fines periciales en la Sección Ciencias Naturales de la División Laboratorio Químico Pericial Departamental La Plata. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: En todos los casos se recomienda la utilización de sobres de papel. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: • Se levantan en forma manual utilizando guantes o con el uso de una pinza. • No debe utilizarse para el levantamiento cintas adhesivas. • No es necesario colocar el material piloso sobre algún soporte de vidrio u otro material. • Las muestras pilosas de las víctima o de los imputados deben obtenerse directamente por arrancamiento en los reconocimientos médico legales o durante la operación de autopsia. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Los sobres de papel con las muestras pilosas, deben estar correctamente cerrados y rotulados indicando el material que contienen, a quien pertenece la muestra o el lugar del cual fue levantado, con las garantías de ley correspondientes. Siempre deberá remitirse el material junto con alguna documentación (nota solicitud de pericia y fotocopia del acta de extracción médica de la muestra pilosa con fines periciales o fotocopia del acta de levantamiento). CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Siempre se utilizaran sobres de papel nuevos. o El sobre deberá ser cerrado inmediatamente después de introducir la muestra y no será abierto hasta el momento de la realización de la pericia. El perito debe usar guantes descartables en sus manos y tomar recaudos para no contaminar el lugar del hecho con su propio material piloso. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las muestras pilosas levantados para periciar en las condiciones descriptas en este instructivo, no requieren un tipo de conservación específica, siendo de importancia su remisión con la mayor brevedad posible al Laboratorio para su análisis. MUESTRAS TERREAS. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para la correcta toma de muestras térreas obtenidas en el lugar del hecho, en prendas, calzados o de vehículos, su conservación y posterior remisión al laboratorio. ALCANCE: Todas las muestras térreas levantadas serán analizadas con fines periciales en la Sección Ciencias Naturales de la División Laboratorio Químico Pericial Departamental La Plata. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: TIERRA DEL LUGAR DEL HECHO, DE VEHÍCULOS O DE EFECTOS: Se recomienda la utilización de bolsas de nylon con cierre hermético a presión, o recipientes plásticos con tapa plástica a presión, de tamaño suficiente para albergar una cantidad de tierra igual a una cuchara grande, (50 gramos aproximadamente). TIERRA DE PRENDAS Y CALZADOS: Las extracciones de muestras térreas en prendas y calzados se obtendrán en el Laboratorio Químico Pericial por personal capacitado para tal fin, deberán remitirse por separado cada prenda y calzado para evitar una contaminación entre ellos y para un estudio en detalle. El aislamiento de las prendas, debe hacerse en bolsas de papel, teniendo en cuenta la realización de otros posibles estudios de origen biológico, tales como sangre, semen, etc.., que suelen acompañar a las adherencias térreas y son afectadas por el uso de bolsas plásticas. Este aislamiento debe producirse desde el momento de su secuestro, ya sea en el lugar del hecho, en el lugar de allanamiento, etc. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: Muestras térreas en el lugar del hecho: • Se levantan en forma directa por raspado superficial y no profundo, libres de cobertura vegetal, con una cuchara u otro elemento similar, se coloca directamente en los recipientes plásticos o las bolsas plásticas con cierre a presión. La humedad de las muestras térreas no altera los análisis, puede transformarse en un dato más para su estudio. Las muestras deben ser inteligentemente seleccionadas para reducir su número, generalmente se envía una muestra por cada lugar que se quiera cotejar. Muestras térreas en vehículos: • Las muestras térreas de mayor importancia corresponden a las alfombras interiores, pedales (goma del acelerador, freno y embrague), y el baúl, el material que presentan corresponde a cada lugar de detención del vehículo, descenso y ascenso de sus ocupantes o de cosas. Se pueden levantar las adherencias térreas con una gasa humedecida con agua, frotando la superficie de interés, de esta forma se adhiere el sedimento a la gasa la que es colocada en los recipientes o bolsas plásticas descriptas y adecuadas para su envío. Otra opción es remitir las alfombras y pedales directamente al laboratorio en bolsas de nylon correctamente cerradas y rotuladas, el material será extraído por personal capacitado para tal fin. Pueden tomarse muestras térreas por raspado en los guardabarros, pero éstos contienen material acumulado de varios ambientes o caminos, que dificulta la individualización de uno en particular, una sola muestra puede contener el material raspado de los cuatro guardabarros o contener el material de los guardabarros derechos y otra el de los guardabarros izquierdos, en caso de mayor detalle, se pueden tomar cuatro muestras, una por cada guardabarros. El filtro de aire, solo se retira del vehículo y se envía a periciar en los casos donde se quiera demostrar la presencia del vehículo en un determinado lugar dominado por plantas específicas, para ello se utiliza el polen de esas plantas, por ejemplo una plantación de Cannabis sp., un viaje a Misiones, Paraguay o Brasil, con una vegetación distinta a la Provincia de Buenos Aires, etc.. Muestras térreas sobre cuerpo humano: Los cabellos de la víctima, pueden transformarse en un reservorio de información para los casos de caídas en distintos lados con apoyo de la cabeza o arrastre, también se pueden presentar adherencias térreas sobre piel, en ambos casos se procede a levantar las adherencias con una gasa humedecida con agua frotando la superficie de interés, de esta forma se adhiere el sedimento a la gasa la que es colocada en los recipientes o bolsas plásticas descriptas y adecuadas para su envío. Las uñas siempre poseen mayor interés pericial para la búsqueda de material biológico, sangre o piel y no por adherencias de tipo térreo, de ser necesario un estudio múltiple con adherencias térreas, se deben enviar en sobres de papel diferenciados según las manos derecha o izquierda. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Todas las muestras térreas, prendas, calzados o efectos, deben estar correctamente cerrados, sin pérdida de material, rotuladas de tal forma, que el Laboratorio pueda mantener su identificación de origen sin necesidad de admitir una nueva identificación, por ejemplo, la muestra térrea levantada en el lugar del hecho como B5, se envía a periciar como B5, se analiza en el Laboratorio y se informa como B5, deben ser rotuladas indicando el material que contienen y el lugar del cual fue levantado, con las garantías de ley correspondientes. Siempre deberá remitirse el material junto con alguna documentación (nota solicitud de pericia y fotocopia del acta de levantamiento, y de ser posible, un informe o resumen del hecho, o fotografías, etc. para mayor ilustración de los analistas. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Siempre se utilizaran recipientes limpios y secos. o El recipiente deberá ser tapado inmediatamente después de introducir la muestra y no será abierto hasta el momento de la realización de la pericia. o El perito debe usar guantes descartables en sus manos. Deben limpiarse las herramientas utilizadas en el levantamiento de muestras térreas a no ser que sean descartables. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las muestras y efectos levantados para periciar en las condiciones descriptas en este instructivo, no requieren un tipo de conservación específica por tratarse de material térreo y de sus componentes orgánicos que son resistentes, siendo de importancia su remisión con la mayor brevedad posible al Laboratorio para su análisis. MUESTRAS DE PLANCTON. OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para la correcta toma de muestras de plancton, su conservación y posterior remisión al laboratorio. ALCANCE: Todas las muestras de plancton serán analizadas con fines periciales en la Sección Ciencias Naturales de la División Laboratorio Químico Pericial Departamental La Plata. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: En los casos de muestras de sangre se recomienda la utilización de frascos de vidrio, tipo antibióticos de 10 ml., con tapón de goma, cerrados y lacrados. En los casos de muestras de agua se recomienda la utilización de frascos de vidrio o plásticos de 250 ml a 500 ml, con cierre a rosca o presión, que garantice la no pérdida de su contenido. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: • En un cadáver que se presume muerte por sumersión, debe tomarse una muestra de sangre de 10 ml., como mínimo, por incisión de las cavidades izquierdas del corazón y sin la utilización de agujas que puedan impedir el paso de plancton al interior de la jeringa con que se realizó la succión, excepto de ser una aguja de gran diámetro, que permita el paso de un grano de arena. Se recomienda la incisión y el uso de la jeringa en forma directa, volcando luego el contenido de sangre en el interior de un frasco de vidrio tipo antibiótico. Se debe utilizar anticoagulante. • La muestra de agua del lugar donde se presume sucedió el hecho, se obtiene ligeramente debajo de la superficie del agua, en forma directa con el mismo frasco que se enviará al laboratorio. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Las muestras de plancton, deben estar correctamente cerradas y rotuladas indicando el material que contienen, a quien pertenece la muestra o el lugar del cual fue levantada, con las garantías de ley correspondientes. Siempre deberá remitirse el material junto con alguna documentación (nota solicitud de pericia y fotocopia de autopsia y fotocopia del acta de levantamiento si es muestra de agua). CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Siempre se utilizaran recipientes nuevos o bien limpios y secos.. El recipiente deberá ser cerrado inmediatamente después de introducir la muestra y no será abierto hasta el momento de la realización de la pericia. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: Las muestras de plancton levantadas para periciar en las condiciones descriptas en este instructivo, requieren conservación en frío por tratarse de muestras de sangre y agua con organismos, se recomienda el uso de una pequeña caja de telgopor con un refrigerante, siendo de importancia su remisión con la mayor brevedad posible al laboratorio para su análisis. MUESTRAS ENTOMOLOGICAS. OBJETIVO: Entomología forense En su sentido amplio, esta rama de la biología se especializa en el estudio de los insectos y otros artrópodos involucrados en cualquier procedimiento legal. La entomología forense ha demostrado ser un auxiliar eficaz para sumar información sobre los delitos y sus circunstancias. Hasta ahora la evidencia de los insectos ha sido muy útil para investigar el intervalo post mortem (PMI), la vinculación de un sospechoso con la escena del crimen, el traslado de un cadáver a otro lugar o las comprobaciones de los niveles de drogas en una persona fallecida (entomotoxicología). Sin embargo hoy, el propósito primario de la entomología forense, es colaborar en la determinación del tiempo transcurrido desde la muerte. Hay dos maneras principales de usar los insectos para determinar el tiempo desde la muerte e involucra dos procesos tiempo-dependientes. El primero es el crecimiento de las larvas de insectos necrófagos que se alimentan de la víctima, la edad de una larva proporciona un tiempo mínimo desde la muerte. Se usa cuando la muerte ocurrió antes del mes del descubrimiento. El segundo es la sucesión de las especies de artrópodos carroñeros encontrados en el cuerpo que tiene el potencial de proporcionar un PMI mínimo y uno máximo. Se usa cuando la muerte ha ocurrido entre un mes y un año o más. Factores que influyen en la determinación del PMI La fauna asociada a cada una de las etapas de esta sucesión, en la descomposición de cadáveres, generalmente incluye un espectro de insectos conocidos. No obstante, cada caso forense es único debido al alto número de las variables implicadas (temperatura, localización geográfica, tamaño del cuerpo, presencia de sustancias tóxicas, y otras variables), y que puede hacer extremadamente difícil la determinación con gran exactitud. Por ejemplo: -El factor externo principal es la temperatura, un parámetro con el cual la actividad metabólica de los gusanos se correlaciona fuertemente. Desarrollo más lento a temperaturas bajas y más rápido a temperaturas altas. -El entierro aísla el cadáver de muchos insectos que tienen un efecto profundo en el índice de la descomposición. La colonización de insectos en un cadáver enterrado también será afectada por el tipo de suelo, la permeabilidad a los olores del decaimiento y la facilidad con la cual los insectos pueden moverse. -El rango de distribución de las especies necrófagas también incidirá en su presencia o ausencia en cada localidad. Las especies cosmopolitas aparecerán más frecuentemente en diferentes cadáveres que aquellas otras que pudieran ser endémicas de regiones reducidas. -Las sustancias tóxicas en el cuerpo muerto se pueden acumular alimentando larvas y pueden afectar su índice de desarrollo. La cocaína y la heroína aumentan perceptiblemente el índice del desarrollo de larvas, afectando de este modo la exactitud de la estimación del intervalo post mortem. Por el contrario, los insectos pueden tardar mucho más tiempo para colonizar y descomponer un cuerpo si las ropas están impregnadas con lubricantes, pinturas o combustibles. El papel principal desempeñado por los entomólogos forenses está dado por las inferencias hechas después de la preparación, examen, identificación y estudio de los artrópodos recogidos sobre o cerca de los cadáveres. La identificación exacta de los artrópodos necrófagos es de importancia suprema, y pocos resultados repetibles se podrían obtener antes del trabajo taxonómico adecuado. El trabajo de campo como el de recogida de datos y, posteriormente, el de laboratorio debe ser muy minucioso y ajustarse en todo momento al método científico con el fin de obtener conclusiones lo más fiables posible. ALCANCE: Alcances: a) Entomología urbana: procesos jurídicos que implican insectos y animales relacionados que afectan las estructuras artificiales y otros aspectos del ambiente humano. b) Entomología de productos almacenados: procedimientos que implican los insectos que infestan materias almacenadas tales como cereales y otros productos alimenticios. Entomología medicolegal: se relaciona sobre todo con la determinación del tiempo (intervalo post mortem o PMI) o del sitio de la muerte humana, y está basada en el conocimiento y el estudio de los insectos y otros artrópodos asociados a la descomposición cadavérica. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS Y CONSERVACION: Material de Vidrio/plástico -Portaobjetos excavados, grandes y chicos -Portaobjetos finos y cubreobjetos (cuadrados y redondos) -Cápsulas de petri chicas -Frascos contenedores con tapa hermética y frascos chicos para cría (tapa microperforada), varios tamaños -Bandejas plásticas para laboratorio (aproximadamente 30 x 15 cm) -Separadores con divisiones o celdas, chicos y grandes (plásticos o de porcelana) Productos químicos -Varios para conservación y preparación del material, para el seguimiento y observación. Alcohol etílico, Alcohol absoluto, Fenol cristalizado, Formol, Xilol, Amoníaco, Hidróxido de Potasio, Ácido acético glacial, Cloroformo, Glicerina neutra bidestilada, Bálsamo de Canadá (sintético) u otra sustancia para montar preparaciones microscópicas. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: DOCUMENTACIÓN La documentación de evidencia comienza en el momento de descubrimiento. La evidencia debería ser registrada fotográficamente y en un registro escrito antes de ser desordenado. La documentación continúa en cada etapa de la recuperación, cada vez que cualquier procedimiento se efectúa s. RECOLECCIÓN Después que un registro se hace de cada artículo in situ( fotos, mapas y una descripción escrita), la evidencia puede ser recolectada. Tomen todos los esfuerzos para recoger la evidencia sin alteración o contaminación. Marque el paquete para que pueda ser localizado e identificado con los registros. PRESERVACIÓN Es importante mantener la evidencia para análisis posteriores por otros científicos o por otros métodos mejorados. La buena preservación requiere que el mantenimiento de la evidencia sea tan estable como sea posible. Las muestras levantadas deben ser introducidas en el frasco de vidrio, el cual debe cerrarse inmediatamente para evitar las pérdidas por evaporación y no debe ser abierto hasta el momento de la realización de la pericia en el laboratorio. Los frascos deben ser rotulados indicando el material que contienen y el lugar del cual fue tomado, con las garantías de ley correspondientes. Siempre que sea posible deberá remitirse el material junto con alguna documentación (nota, informe, resumen del hecho, fotografías, etc.) para mayor ilustración de los analistas. CONSULTAS: Sección : 52 y 117 La Plata – Te: 0221-4231819 / 0221-4891481 ESPECTROFOTOMETRÍA INFRARROJA LEVANTAMIENTO DE MUESTRAS DE ACELERANTES DE COMBUSTIÓN OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para correcta toma de muestra, conservación y posterior remisión al laboratorio de los rastros que contienen acelerantes de combustión, como líquidos y sólidos combustibles derivados del petróleo, obtenidas del lugar del siniestro. ALCANCE: Todas las muestras tomadas para ser analizadas con fines periciales en la Sección Espectrofotometría Infrarroja de la División Laboratorio Químico Pericial Departamental La Plata. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de recipientes de vidrio, de boca ancha y tapa a rosca, de tamaño compatible con la muestra levantada, teniendo en cuenta que su tapa no debe estar forrada de partes pegadas ni tener juntas de goma, ya que las mismas pueden producir la contaminación de las pruebas. Por esto último, se recomienda colocar siempre un trozo de papel de aluminio entre la tapa y el frasco, tomando la precaución necesaria para que el mismo no se rompa durante el cierre del envase. Si existen pruebas cuyo tamaño imposibilita la utilización de frascos de vidrio, pueden utilizarse otro tipo de envase, como ser latas metálicas sin ningún tipo de recubrimiento interior, bolsas de muestreo o bolsa corrientes de plástico. Dejando constancia que solamente debe recurrirse a este tipo de envasado cuando el tamaño de las muestras supere la capacidad de los frascos de vidrio y no exista posibilidad de fragmentar la muestra, ya que se corre el riesgo de contaminación con productos propios del envase. METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: Pruebas líquidas: • Los materiales líquidos derramados deben recogerse utilizando jeringas, pipetas, goteros o el propio recipiente de vidrio. Debe llenarse dos tercios del envase dejando espacio suficiente para posibles evaporaciones. • Si se trata de materiales líquidos que se encuentran en su envase original, se procederá a taparlo y remitirlo en el mismo. De no ser factible su remisión en el envase original, por encontrase deteriorado el mismo o su tapa, o por su tamaño, se trasvasará una porción a los frascos mencionados. Pruebas sólidas: • Los combustibles sólidos deben conservarse en el estado en que se encontraron, remitiéndose en su envase original. De no ser factible esto, se colocaran en frascos de vidrio para su remisión al laboratorio. • Los materiales transportables como trapos, alfombras, ropa, tierra, arena, etc. se colocaran en los recipientes de vidrio para su posterior remisión. • Si se trata de materiales no transportables como piso de madera, recubrimientos interiores, tapizados, etc., debe obtenerse una muestra representativa de la misma, ya sea por raspado o seccionado, la cual se colocara en los recipientes de vidrio. • En el caso de pruebas cuyo tamaño imposibilite su traslado, como ser colchones, sillones, alfombras, etc., se tomarán las muestras cuyas características organolépticas hagan presumir la presencia de algún acelerante. • Siempre que sea posible, cuando se trate de material empapado en líquido (como por ejemplo goma espuma), se escurrirá la mayor cantidad de líquido en el interior de un frasco para evitar que el contacto con el acelerante disuelva otras sustancias del material que no son de interés. Cuando se tomen muestras con este procedimiento debe tenerse la precaución de aclarar en el rótulo de la misma cual fue su origen. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Las muestras levantadas deben ser introducidas en el frasco de vidrio, el cual debe cerrarse inmediatamente para evitar las pérdidas por evaporación y no debe ser abierto hasta el momento de la realización de la pericia en el laboratorio. Los frascos deben ser rotulados indicando el material que contienen y el lugar del cual fue tomado, con las garantías de ley correspondientes. Siempre que sea posible deberá remitirse el material junto con alguna documentación (nota, informe, resumen del hecho, fotografías, etc.) para mayor ilustración de los analistas. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Siempre se utilizaran recipientes limpios y secos. o El recipiente deberá ser tapado inmediatamente después de introducir la muestra y no será abierto hasta el momento de la realización de la pericia. o El investigador debe usar guantes descartables o bolsas en sus manos, las cuales debe cambiar al para tomar nuevas muestras, si a tenido contacto directo con ellas. o Deben limpiarse las herramientas utilizadas entre el levantamiento de muestras, evitando utilizar productos que contengan disolventes volátiles. o Siempre que sea posible se utilizará la tapa del recipiente a modo de pala al introducir la muestra para evitar la contaminación de guantes y herramientas. CONSERVACIÓN Y REMISIÓN: La mayoría de los productos utilizados como acelerantes de combustión son muy volátiles, por lo cual deben protegerse de temperaturas extremas y deben conservarse refrigerados (nunca congelados) hasta el momento de su análisis, para evitar pérdidas por evaporación. Las muestras deben conservarse además en un lugar seco y oscuro para protegerlas de agentes que puedan provocar su degradación (como sol, calor, humedad, luz). Para su remisión debe considerarse la fragilidad de los frascos de vidrio, por lo se colocarán en cajas y separados para evitar su rotura por impacto, indicando en el exterior de la caja la posición en la cual debe transportarse para evitar derrames. Debe tenerse en cuenta que la mayoría de las sustancias acelerantes son altamente inflamables y volátiles, por lo cual deben identificarse, informando a quien las transportará el carácter de las mismas LEVANTAMIENTO DE MUESTRAS DE FIBRAS OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para la correcta toma de muestra, conservación y posterior remisión al laboratorio, de los rastros y muestras de fibras, secuestradas durante la investigación de hechos delictivos. ALCANCE: Todas las muestras tomadas para ser analizadas con fines periciales en la Sección Espectrofotometría Infrarroja de la División Laboratorio Químico Pericial Departamental La Plata. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de recipientes que puedan cerrar en forma hermética, tales como tubos, sobres bien cerrados y reforzando las uniones (zonas de posible pérdida de material). METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: El levantamiento puede llevarse a cabo usando pinzas o cualquier otro elemento que no dañe las fibras, ni que intercambie contenidos con ella (nunca elementos abrasivos o adhesivos).- De ser posible, debe remitirse la totalidad de las fibras secuestradas, para tener material suficiente para el análisis, los envases deber estar limpios, nunca mediante cinta adhesiva, para evitar la contaminación de las muestras. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Todos los elementos remitidos al laboratorio deben encontrarse cerrados cumpliendo las garantías de la ley, con rótulo indicando el lugar exacto de la toma de la muestra. Siempre debe adjuntarse, copia del acta de levantamiento de rastros, junto con alguna documentación (nota, informe, resumen del hecho, fotografías, etc.) para mayor ilustración de los analistas. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Siempre se utilizaran recipientes limpios y secos. o Deben limpiarse las herramientas utilizadas para el levantamiento de muestras.- Los elementos distintos, deben envasarse en recipientes distintos. LEVANTAMIENTO DE MUESTRAS DE PINTURA OBJETIVO: Proveer los conocimientos y herramientas necesarios para la correcta toma de muestra, conservación y posterior remisión al laboratorio, de los rastros y muestras de pintura, obtenidas del lugar del siniestro y rodados sospechosos . ALCANCE: Todas las muestras tomadas para ser analizadas con fines periciales en la Sección Espectrofotometría Infrarroja de la División Laboratorio Químico Pericial Departamental La Plata. RECIPIENTES PARA LA TOMA DE MUESTRAS: Se recomienda la utilización de recipientes que puedan cerrar en forma hermética, tales como tubos, sobres bien cerrados y reforzando las uniones (zonas de posible pérdida de material). METODOLOGÍA PARA EL LEVANTAMIENTO: RODADOS: De cada uno de los rodados involucrados: un trozo de muestra conteniendo pintura intacta de, como mínimo, 3 cm. x 3 cm. De la superficie de contacto entre los rodados: siempre que sea factible, un trozo de las dimensiones anteriormente dadas, o en su defecto una muestra lo más abundante posible obtenida por raspado. MUROS, POSTES, PUERTAS Y VENTANAS: Un trozo de muestra conteniendo pintura intacta de, como mínimo, 3 cm. x 3 cm. OTROS ELEMENTOS: (Varillas, martillos, perfiles, barretas, etc.) De ser posible, debe remitirse el elemento completo y protegido en la zona de interés mediante un papel limpio, nunca mediante cinta adhesiva, para evitar la adhesión de las muestras. De no ser posible su remisión, una muestra lo más abundante posible obtenida por raspado. ENVASADO Y DOCUMENTACIÓN: Todos los elementos remitidos al laboratorio deben encontrarse cerrados cumpliendo las garantías de la ley, con rótulo indicando el lugar exacto de la toma de la muestra y, en el caso que corresponda, indicando marca y modelo del vehículo. Siempre debe adjuntarse, copia del acta de levantamiento de rastros, junto con alguna documentación (nota, informe, resumen del hecho, fotografías, etc.) para mayor ilustración de los analistas.. CONTAMINACIÓN DE PRUEBAS: Para evitar la contaminación del material que será sometido a pericias, debe tenerse en cuenta lo siguiente: o Siempre se utilizaran recipientes limpios y secos. Deben limpiarse las herramientas utilizadas para el levantamiento de muestras.-

Mujeres policías: Origenes en la Provincia de Buenos Aires.

Desde el 6 de marzo de 1947, la Policía de la Provincia de Buenos Aires cuenta con el primer Cuerpo de Policía Femenino del país. Esta innovadora medida, para el momento histórico en que nos ubicamos resultó a consecuencia de un proceso de reestructuración tendiente a adaptar las obligaciones de la Institución con el devenir social de esa época, asumido por el entonces Jefe de Policía Coronel Adolfo Marsillach. Esta decisión fue adoptada en sintonía a los procesos de organización policial que venía desarrollándose en varios países de Europa, teniendo una gran influencia los actos de abnegación y arrojo que estuvieron a cargo de mujeres durante el desarrollo de la 2da. Guerra Mundial. La noble actuación de las primeras mujeres policías se encausaron a todo lo concerniente a la asistencia y el contralor de mujeres solas o menores que habitaban hoteles y hospedajes, la protección de menores de 18 años que se encontraban en estado de abandono y en la indigencia, la vigilancia de mujeres detenidas u hospitalizadas, la investigación de las causas que impulsaban a los menores a delinquir, la represión de la mendicidad infantil y el estudio del ambiente en que se desarrollaban esos niños, así como la moral de sus padres o tutores. Esta decisión fue adoptada por las autoridades de ese momento por reconocer a la mujer como un ser más intuitivo que el hombre y poseedora de condiciones de sensibilidad que diferenciaban su carácter de los otros. Ya con sus primeras actuaciones, la Brigada Femenina, demostró ser un instrumento eficaz y beneficioso, no sólo para la Institución sino también para la población entera. De las primeras 54 mujeres que vistieron nuestro uniforme y que formaron parte de esa Brigada Femenina 35 comenzaron sus tareas en el área de Seguridad, mientras que las restantes lo hicieron en Investigaciones. Desde la decisión adoptada a sus primeras tareas pasaron pocos días, ya que el 10 de marzo de 1947 quedó inaugurado en la ciudad de Mar del Plata la primera Comisaría integrada por personal femenino. Fuente: Tratado de Policía Argentina de Luis Manso Soto, Talleres Gráficos de Prisión Nacional, 1947

MEDICINA LABORAL PARA POLICIAS (Proyecto)

Sin duda alguna para poder mejorar la seguridad publica, en la Provincia de Buenos Aires, se requiere contar con una serie importante de recursos. El recurso humano resulta ser el primordial tanto en la tarea preventiva como en la represiva al concretarse las intervenciones policiales. Hoy en día la disponibilidad de efectivos ante tantos requerimientos de la sociedad no resultan suficientes en cuanto a su dotación, sumándose como agravante de esta situación el ausentismo que se desarrolla debido a diversos problemas medico-clínicos y psicológicos que acusan los policías a consecuencia del ejercicio de sus funciones. Los porcentajes, aunque oficialmente se nieguen, serían considerablemente altos, pudiendo decir que uno de cada ocho efectivos no labora por estar con CARPETA MÉDICA. El detalle a tener en cuenta es que cerca del 40% de esos ausentes acusa tener problemas psicológicos. Muchas veces las dolencias o quejas constituyen verdaderas situaciones de deterioro en la salud física o psicológica y muchas otras solo un vector para no tener que enfrentar la realidad de un trabajo que no es para cualquiera o simplemente la vía de enfrentamiento entre subalternos y superiores debido a la mala administración de los recursos humanos por parte de los segundos. Estos temas se merecen un análisis más profundo y no tan banal, pero que en definitiva repercute en la prestación de los servicios de seguridad pública. La desatención y el olvido por parte del Estado de la salud de sus policías y la falta de una respuesta enmarcada dentro de un SERVICIO DE MEDICINA LABORAL para policías termina perjudicando al desarrollo de las funciones de la institución y al estado de bienestar de la población. Para ello a continuación contamos nuestra idea para mejorar la salud de los policías y de fuerza en sí. PROYECTO: PUESTA EN MARCHA DEL SERVICIO DE MEDICINA LABORAL PARA EL PERSONAL POLICIAL. OBJETIVO: Establecer normas técnicas y medidas médico-asistenciales de tipos precautorias y curativas o de cualquier otra índole que tengan por objeto: 1) mantener y preservar la integridad psicofísica de los integrantes del MJyS 2) advertir, reducir, excluir o aislar los riesgos que se generan en torno a las distintas funciones que se desarrollan en la labor policial y penitenciaria 3) estimular y desarrollar conductas vinculadas a la toma de conciencia respecto de la prevención de los accidentes o enfermedades que puedan derivarse de la actividad laboral especifica. CONSIDERACIONES: Redimensionar la capacidad operativa de la actual Dirección de Sanidad, otorgándole nuevas facultades y funciones mediante la aplicación de un nomenclador de funciones, para convertirlo en un verdadero centro de MEDICINA LABORAL. Desplazar en criterio de Médico de Cabecera, respetado por los médicos de la institución por un criterio médico propio del Ministerio. - creación de servicios de medicina del trabajo de carácter preventivo y asistencial en el ámbito de cada Jefatura Departamental, que permitan atender aspectos, tanto clínicos como psicológicos o psiquiátricos, derivados de la función específica de cada empleado; - distinción a todos los efectos entre actividades normales, personas, riesgosas o determinantes de vejez o agotamiento prematuros y/o las desarrolladas en lugares o ambientes insalubres; - desarrollo de un LEGAJO CLINICO que acompañará al efectivo de la misma manera que sucede con el legajo personal y que tendrá lugar de registro en cada Delegación Departamental; - investigación de los factores determinantes de los accidentes y enfermedades del trabajo, especialmente de los físicos, fisiológicos y psicológicos; - determinar un nomenclador de términos y/o vocablos que permitan establecer definiciones concretas y uniformes para la clasificación de los accidentes, lesiones y enfermedades derivadas de la función; - realización y centralización de estadísticas regladas sobre accidentes y enfermedades generadas por las tareas laborales como antecedente para el estudio de las causas determinantes y los modos de prevención a aplicar a futuro; - estudio y adopción de medidas para proteger la salud y la vida del funcionario en el ámbito de desarrollo de sus funciones específicas, que se vinculan directamente al tipo de servicios prestados, en tareas riesgosas o determinantes de vejez, agotamiento o deterioro psicofísico prematuros y/o las desarrolladas en espacios o ambientes insalubres; - desarrollar campañas de difusión y publicidad sobre las recomendaciones y técnicas de prevención que resulten universalmente aconsejables o adecuadas; - realización de exámenes médicos pre-ocupacionales a postulantes, de acuerdo a las normas que se establecen en las respectivas reglamentaciones, en cada una de las Delegaciones Departamentales - adopción y puesta en práctica las medidas adecuadas de MEDICINA DEL TRABAJO para proteger la vida y la integridad de los trabajadores, especialmente en lo relativo: a) revisación periódica del personal, registrando sus resultados en el respectivo LEGAJO CLÍNICO; circunstancia esta que se puede ejecutar al momento de la realización de curso de reentrenamiento, cursos de ascenso o encontrándose apto para el ascenso b) disponer de medios adecuados para la inmediata prestación de primeros auxilios; c) colocar y mantener en lugares visibles avisos o carteles que indiquen medidas que permitan eliminar o reducir riesgos o adviertan peligrosidad para la salud; d) promover la capacitación del personal en materia de MEDICINA LABORAL en lo relativo a la prevención de los riesgos específicos de las tareas asignadas; e) denunciar accidentes y enfermedades del trabajo. f) extensión de un certificado, de validez anual, que establezca el APTO PSICO-FISICO para el desempeño de las actividades. G) prescribir ante cualquier tipo de patología, debiendo cumplir obligatoriamente con las indicaciones dispuestas el personal dependiente del MJyS. Sin perjuicio de lo que llegaran a determinar los reglamentos que se sancionaran a tal efecto, los empleados estarán obligados a : a) cumplir con las directivas y con las recomendaciones que se le formulen referentes a las obligaciones de uso, conservación y cuidado del equipo de seguridad personal y de los recursos logísticos empleados en los distintos procesos de trabajo; b) someterse a los exámenes médicos preventivos o periódicos y cumplir con las prescripciones e indicaciones que a tal efecto se le formulen; c) preservar los avisos y carteles dentro de cada ámbito laboral, que indiquen medidas preventivas de salud y observar sus prescripciones; FUNCIONAMIENTO: Las nuevas Direcciones de Sanidad y Medicina Laboral deberán ubicarse en cada una de las Jefaturas Departamentales, contando con el espacio apropiado para el desarrollo de las tareas de atención médica y de atención psicológica. El plantel deberá ser el apropiado en los planos cualitativos y cuantitativos, ya sea en el plano profesional como administrativo. La atención e ingreso a esta área por parte de personal policial o penitenciario, deberá efectuarse o registrarse por intermedio de los Servicios de Medicina Laboral, manteniendo con otras dependencias jurisdiccionales, coordinación para el mejoramiento de los aspectos operativos y administrativos. El servicio en si, deberá estar orientado hacia la prevención, tratamiento y rehabilitación de patologías y accidentes (a través de las apropiadas gestiones ante la ART) que tengan o no relación con el trabajo, sabiendo que el normal funcionamiento del sistema policial dependerá de la salud de sus trabajadores. Coordinaran con Hospitales Públicos del ámbito jurisdiccional cuestiones vinculadas a la salud de los efectivos, que excedan la capacidad sanitaria del sector privado o del IOMA. SERVICIOS A PRESTAR En consultorio: Control médico de enfermedades y/o accidentes inculpables o generadas por actos de servicio y/o durante la realización del servicio ordinario. De esta manera se podrán evacuar cuestiones de salud que permitan al empleado deambular o no. En domicilio: Control en el propio domicilio del trabajador siempre y cuando este imposibilitado de deambular. Determinación a través del análisis de los riesgos de trabajo a sufrir, accidentes de trabajo y/o enfermedades profesionales. Es decir, de alguna manera se podría establecer y considerar el deterioro en la salud del empleado acorde a todo acontecimiento súbito y violento ocurrido por el hecho o en ocasión del trabajo, o en el trayecto entre el domicilio del trabajador y el lugar de trabajo (accidente in itínere), siempre y cuando el damnificado no hubiere interrumpido o alterado dicho trayecto por causas ajenas al trabajo Asimismo en se podrá establecer la diferencia con lo antes expuesto con aquellas circunstancias que se encuadren dentro de un marco de sintomatología/exposición a agente de riesgo/actividad desarrollada, excluyendo las causadas por dolo del trabajador o fuerza mayor ajena al trabajo, o las incapacidades preexistentes a la iniciación de la relación laboral acreditadas en el examen preocupacional. Elaboración periódica de informes que contemplen tópicos como: - Evolución del ausentismo y sus causas - Control y seguimiento de las patologías crónicas - Creación de una instancia de Auditoría médica para evacuar las consultas generales y/o particulares de determinados estamentos ministeriales. CONFECCION, CONTROL Y ARCHIVO DE LOS LEGAJOS CLINICOS. Es necesario contar con un LEGAJO CLINICO unificado por persona, donde se asienten todas las intervenciones realizadas, ya sean controles domiciliarios por ausentismo, consultas médicas, accidentes, etc. Se registran además los exámenes radiológicos, de laboratorio, internaciones y todo otro antecedente, transformándolo así en un medio idóneo de prueba más eficiente para todos los fines administrativos y legales que pudieran surgir a futuro. Anualmente se deberá registrar el APTO PSICO-FISICO. Esto permite obtener una evaluación de la capacidad laboral del empleado. Se determinaría la necesidad de reposo y/o limitación del grado de esfuerzo. Se impediría que factores ajenos al estado de salud del paciente puedan ser motivo de licencia por enfermedad. Se indicaría el tratamiento y la orientación adecuados para el restablecimiento de la salud y la aptitud para trabajar. Se realizarían las interconsultas y exámenes básicos de inmediato. Se seguiría el control de la evolución del paciente hasta el alta médica y laboral definitiva. RECONOCIMIENTO MEDICO DOMICILIARIO Este servicio debe estar disponible durante diariamente en un horario a establecer, incluyendo orientación asistencial con examen médico, indicación de tratamiento, evaluación de capacidad laboral, entrega de documentación sobre aptitud laboral. Cada visita debe concluir con la elaboración de un Informe Médico donde consten las características de la atención exigida. Las asistencias deben tener idénticos objetivos a los generados en la atención en consultorio. La información debe ser enviada al lugar de destino del efectivo mediante una comunicación oficial. (fax, mail o web site) debiendo ser anexados al legajo clínico personal de cada empleado. Detalle diario sobre niveles de ausentismo laboral.

domingo, 5 de febrero de 2012

MEMORIAS DE UN VIGILANTE -PARTE II- (Fray Mocho)

EL CAFÉ DE CASSOULET Este era el paradero nocturno de todos los vagos de la ciudad y famoso entre la gente maleante, no solamente por la comodidad que, a poco costo, se obtenía en él, cuanto por la relativa seguridad que se disfrutaba: en caso de producirse visita de la autoridad, los propietarios tenían dispuestas las cosas de modo tal, que la clientela tenía fácil escape. Estaba ubicado en la esquina Viamonte, antes Temple, y Suipacha. Como dependencia del café, y formando parte de la planta baja, que daba hacia la primera, había hasta la mitad de la cuadra una veintena de cuartos a la calle, con puertas que se abrían a ésta y otra interior, que daba al gran patio del café: eran otras tantas salidas clandestinas del antro misterioso. Estos cuartos los ocupaban mujeres de vida airada, que eran como la crema de aquel mundo de vicio, cuyo centro era la famosa calle del Temple, y que extendía sus brazos a las adyacentes, teniendo como encerrado entre ellos el corazón de la ciudad. El café debía ser una mina de plata. Allí los ladrones, con todo su cortejo de corredores y auxiliares, los asesinos, los peleadores, los prófugos, toda la gente que tenía cuentas que saldar con la justicia o tenía por qué saldarlas, buscaba un refugio para dormir o vivir con tranquilidad, para hacer con todo sigilo una operación comercial inconfesable o para ocultarse discretamente, mientras pasaban las primeras averiguaciones subsiguientes a un delito descubierto por la policía. Allí todo era cuestión de dinero. Teniéndolo, se hallaba desde la pieza lujosamente amueblada, hasta el tugurio infame, donde podía gozarse de las comodidades de un catre de los muchos que, en fila y pegados unos a otros, contenía un pequeño cuarto de madera, y desde el vino y los manjares exquisitos, hasta las sobras de éstos, barajadas en un champurriao indescifrable, y que podía remojarse con el agua turbia del aljibe, donde viboreaban los pequeños gusanitos rojos, descendientes quién sabe de qué putrefacción y cuyos movimientos rápidos y variados podían servir de diversión al ánimo preocupado. Tarde de la noche, cuando el café se cerraba, decenas de desgraciados, sin hogar, tomaban posesión de las mesas del largo salón,—bajo la vigilancia de los dependientes, que tendían sus colchones sobre las de billar, cuando las otras estaban ocupadas—y por dos pesos de los antiguos, encontraban un techo y una tabla para dormir, y por uno, lo primero y el duro suelo de los patios y pasillos. Aquello era un verdadero hervidero del bajo fondo social porteño: allí se barajaban todos los vicios y todas las miserias humanas, y allí encontraban albergue todos los desgraciados, que aún tenían un escalón que recorrer antes de llegar a los caños de las aguas corrientes que, apilados allá en el bajo de Catalinas 20, ofrecían albergue gratuito. Cassoulet era, en la noche, la providencia de los míseros desterrados de un mundo superior, era la ensenada que recogía la resaca social que en su continuo vaivén arrastraba hacia playas desconocidas el oleaje incesante. Hoy comparten con él los beneficios de la industria protectora los pequeños cafés del Riachuelo y la ribera, que venden marineros borrachos a los buques que necesitan completar su rol clandestinamente, para borrar las huellas de un crimen o de un accidente—a fin de evitarse las molestias que en nuestro país acarrea cualquier gestión ante la autoridad—y los tugurios que, con el nombre de posadas o sin nombre alguno, encierran entre sus paredes y alojan, según el dinero con que cuentan, a los desgraciados que vagan sin hogar, o a aquellos que legalmente no pueden habitar en parte alguna. En aquel tiempo compartían la clientela de Cassoulet, pero sólo durante el día, el café Chiavari, en la esquina de Cuyo 80 y Uruguay, y el café de Italia, en la misma calle, frente al Mercado del Plata. Estas tres eran las cloacas máximas de Buenos Aires, en tiempos que ya no volverán, pero que se repetirán, transformándose. EL BURRO DE CARGA EL escruchante—Es decir, aquel cuya especialidad es abrir puertas con o sin violencia—es otra interesante variedad de la familia lunfarda. Los que la forman son, por lo general, individuos de avería, hombres avezados a todas las asperezas de la vida. Brotan de las capas inferiores de la sociedad, y rara vez alcanzan otras más elevadas: son constante y perennemente víctimas del que ha campaneado—estudiado—el robo a realizar, y su fin es generalmente desastroso. Concluyen por ser un harapo humano a fuerza de consumirse en las cárceles o en los más bajos fondos de la corrupción. La miseria, engendradora de todas las lepras, luce en ellos sus fuerzas y su vigor. De todos los lunfardos es el escruchante el más desgraciado: sus robos son los más fáciles de descubrir, sus condenas son las más largas, sus días son los más negros, pues cuando no está preso lo andan buscando. Es necesario tener una afición desenfrenada a lo ajeno, para dedicarse al escrucho. El escruchante tiene tres especialidades: se dedica a fabricar llaves falsas, a trabajar con el formón o a cargar la burra, o sea alzar los robos. Poco se le ve en la calle durante el día: camina sólo de noche o en la madrugada, hora en que la vigilancia es menos activa. Sus golpes los reciben ya estudiados por el campana, que percibirá su buena parte, sin riesgo. Éste es el que moldea las llaves que el escruchante fabricará en los ratos de ocio, en su tugurio, donde tiene su pequeño taller ad hoc; el que estudia las costumbres del habitante de la casa que va a robarse; el que levanta el plano de sus entradas, salidas, caminos fáciles para escapar, parada del vigilante, hora en que hace la ronda y demás datos útiles. ¡En posesión de todos estos elementos, es que el escruchante tienta su empresa y va dispuesto a todo! Si se ha moldeado bien la llave, ésta ha sido seguramente bien hecha y funcionará a maravilla, simplificándose mucho el trabajo. Si no anda bien, es necesario abandonar la empresa hasta que los defectos se hayan corregido o recurrir a la violencia, que dobla las probabilidades del fracaso, y sobre todo la condena. Entonces es cuando se recurre a cortar el tablero de la parte inferior de la puerta, formado por lo general de madera blanda, en la cual una cuchilla afilada entra como en queso y abre un buen postigo. Si el dueño de casa es precavido, y usa sus puertas enchapadas de hierro en la parte vulnerable, se da un corte en el umbral con el formón frente a los pasadores y se levantan éstos; luego se introduce la pata de cabra—instrumento de acero, formado en zigzag—frente a la cerradura, y se la hace saltar sin ruido, con un leve movimiento lateral. La puerta ya presenta facilidad para enlazar con una faja el pasador de arriba y correrlo. Puede ser que la precaución del propietario haya llegado hasta poner una barra, y entonces hay que tratar de sacarla. La extremidad libre de la faja con que se enlazó el pasador se pasa por debajo de la barra y se tira para arriba. Si aquélla es de gancho, cede al esfuerzo, y se la baja hasta el suelo con cuidado para que no haga ruido, para lo cual se afloja una de las puntas de la faja poco a poco; si es de las que tienen candado, es mejor renunciar al golpe: la puerta es infranqueable. Cuando el robo no puede hacerse con violencia, se recurre a sobornar un dependiente que deje la puerta abierta, o se coloca en la casa una persona que lo haga, y que pasará en ella el tiempo necesario para acreditarse y alejar sospechas. Si estos medios no son posibles, queda aún el recurso de meter un gato, es decir, hacer esconder en la casa un cómplice que a una hora dada franqueará la entrada. Este papel de gato no lo desempeña cualquiera es necesario dedicarse a él y hacerse una especialidad; acostumbrarse a estar inmóvil por horas enteras; a respirar sin hacer ruido; a no estornudar ni toser; en fin, a hacerse un cadáver. El Cuervito, Román—un gajo de cierta familia, en que padres, hijos, hijas, tíos y tías, eran del arte, abarcando todas sus variedades, se metió de gato en casa de un inglés, en la calle Corrientes, y su respiración fatigosa—pues era asmático—le traicionó, valiéndole un balazo y una buena condena. Una vez, cierto ladrón conocido—un santafecino, Ludueña—que había sido soldado de línea, después desertor en la frontera y hasta capitanejo entre los indios, penetró en un almacén, luego de acostados los dueños y robó el dinero que encontró, llegando en su osadía hasta haber bebido y comido como si estuviera en su casa. El robo lo practicó a vista y paciencia de los damnificados—un matrimonio italiano—quienes no se animaron a contar los detalles cuando dieron cuenta del hecho. Al ser conocidos éstos por referencias o jactancia del mismo Ludueña, fue muy celebrada la hazaña, llegando ella a nuestros oídos. Estando una vez preso por haber practicado un robo en la fábrica de baldosas "La Fe", y respondiendo a alguien que le preguntó si era cierto lo del almacén, dijo: —¿Cómo no?... ¡Si yo vi que los gringos se hacían los dormidos y me aproveché! El ladrón que penetra a una casa, va por lo general seguro de que nadie atentará a su vida; sabe muy bien si el dueño es hombre capaz de defender lo suyo, y en este caso, espera asegurarlo, o si en caso de sentirlo, evitará un lance. Muy rara vez llegan a asesinos: para ello necesitan no tener ningún medio de que valerse a fin de tomar lo que codician o verse acorralados y sin más probabilidad de escapar a un fracaso que una puñalada dada a tiempo. Su afán, su ambición, es poder llegar a ser maestros, a dirigir golpes sin riesgo, es decir, a hacerse de un capitalito y trabajar de campana. Llegado a esa meta, el escruchante es feliz, y ha escapado al atorrantismo, que es su bestia negra. ¡Y asimismo, hay campana de éstos que de repente tropieza y quiebra su dicha: entonces rueda al abismo sin esperanza de levantarse! Del cinismo hacen un arte, y suele no faltarles ingenio. Un comisario pescó, en circunstancia muy especial, a cierto escruchante conocido: violentaba una caja en una mueblería, donde se había introducido. El ladrón hacía su trabajo y de repente vio entrar a un changador de la casa, que le dijo: —¿Qué hace usted? —Silencio..., tengo una cita con la señora. —¿Cita?... ¡Ahora verá! Y a empellones lo sacó a la calle para entregarlo a un vigilante, ¡pero cuál no sería su asombro al verse agredido a trompada limpia! Acudió el vigilante, y ladrón y changador fueron conducidos a la comisaría por "desorden en vía pública". Llevados, sin embargo, ante el comisario, éste, que era un lince para eso de ladrones, empezó a revolverle las respuestas y no tardó en descubrir la verdad: el desorden era un pretexto para ocultar la tentativa de robo. El ladrón decía, no obstante —¡Señor, ese changador es un canalla..., nos hemos peleado porque le cobré dinero, y ahora me sale con una pata de gallo!... ¡Está lindo lo que pasa! LOS QUE CARGAN CON LA FAMA Los que dan caramayolé o la biaba son los ladrones de la clase más íntima, es la plebe del mundo lunfardo: ellos no necesitan para realizar sus empresas usar el mínimum de talento. Un buen garrote esgrimido como maza, y descargado a tiempo sobre un transeúnte descuidado, o una pedrada en la cabeza, asestada a mansalva, son sus recursos favoritos, y éstos no son difíciles de usar. No obstante, a veces estudian también las víctimas, a fin de no dar el golpe sin provecho, pero no es condición indispensable: se confían al acaso. Hay algunos de estos asaltantes que combinan sus golpes con habilidad, pero son raros. El sargento Gómez me refirió a este respecto una hazaña del pardo Vilaró, llamado vulgarmente "el de los pavos", para distinguirlo de un tocayo que se llamaba "el de los mates", que es un caso típico de asaltante, metido a ejercer de escrucho a la alta escuela. En la calle Buen Orden, al llegar a Brasil, había una platería de aquellas que antes abundaban en el barrio del Sur, poblado casi todo por estancieros y gente de campo, cuyo comercio consistía en la venta de frenos, facones, espuelas y demás artículos similares, hechos de plata. La tienda era pequeña y lo poco de valor que contenía estaba encerrado en una vidriera movible, que descansaba sobre el mostrador, hacia la derecha, frente a un pequeño venta que, daba a una pieza interior, por el cual el platero, cuando no estaba en el negocio, veía todo lo que pasaba en éste. La puerta de comunicación entre la tienda y la pieza interior quedaba hacia la izquierda. Una mañana el platero tomaba su desayuno, cuando de repente ve entrar al negocio a un pardo grande y fornido, que levantando en alto la vidriera corría hacia la calle. Se echó tras él y consiguió hacerlo detener, pero ya no llevaba la vidriera ni fue posible dar con ella por más pesquisas que se hicieron. El detenido fue puesto en libertad, y más tarde, se jactaba del robo y de su astucia, diciendo: —¡Amigo, que son mulitas!... ¡Yo tenía en la puerta de la platería un carro cargado de pasto verde, pero arreglado con un hueco en el medio; pasé, tiré la vidriera y seguí corriendo, seguido del platero! ¡Pobre hombre! ¡Ni coceó, y el carro se fue con la vidriera, mientras a mí me enloquecían a preguntas en la comisaría!... ¡Vivos los mozos! EL PANAL EN LA LENGUA Los que hacen el scrucho o cuentan el cuento, son simplemente, en buen romance, los estafadores, los más inteligentes, más astutos y de más buen tono en el mundo lunfardo; son, como si dijéramos, su aristocracia. ¡Y así son de odiados por sus congéneres los punguistas y los escruchantes! Éstos se llaman batidores—delatores—y cuidan de ocultarles sus manejos lo más que pueden; pero todo es inútil: no escapan al ojo sagaz del estafador que es un infatigable caminador, y que, como anda día y noche por las calles en busca de otarios—víctimas—no deja de conocerles las guaridas y los trabajos en que andan ocupados. Se les oye decir con mucha frecuencia: —¡Vea!... ¡El trabajo (robo) que hace un hombre, se conoce en el modo de caminar!... ¡Si fuéramos de la policía, qué pesquisas de mi flor! El estafador, como el punguista, nunca camina solo. Siempre lleva a la distancia un compañero que le sirve para cualquier papel que sea necesario desempeñar. Sus útiles de trabajo son simples: consisten sólo en un diario doblado, al cual le llaman el toco mischo—el montón pobre—o el balurdo, y en algunos cobres. No se tienen por ladrones, y siempre dicen: —¡Nosotros lo que hacemos es embromar a quien nos tiene por zonzos! ¡A los otarios les contamos un cuento, les ofrecemos una ganancia enorme, y encandilados, los clavamos: eso es todo!... ¡No les hacemos daño, no los golpeamos, ni asustamos!... ¡Si se clavan, nadie tiene la culpa! Si uno los apura, demostrándoles que son ladrones, exclaman —¡Bueno!... ¡Entonces, también los otarios lo son!... ¡En el Brasil, la ley los castiga como estafadores! Individuos de estos he conocido que cuando se les ha motejado de ladrones se han indignado. —¿Yo ladrón?... ¡no he estado preso jamás por eso, señor!... ¡Yo no tengo sino estafas!... —¿Y la estafa no es robo? —¡No, señor; no es robo!... Dígame, ¿qué va a hacer uno cuando ve un tano (napolitano) que a fuerza de no comer junta unos marengos, y lo primero que hace es largarse a su tierra?... ¡Quitárselos! —¡Pero eso está mal hecho! —Pero señor, ¿y uno va a tener la sangre fría de dejar que se lleve la plata del país? —¿Y acaso la plata es tuya? —¡Claro que es mía!..., ¿cree que no soy argentino? Y si es extranjero varía la respuesta, diciendo —¡Mía no; pero sí de mis hijos que han nacido aquí! Hay pillos de estos para quienes es una mala noticia saber que un trabajador extranjero ha abandonado el país, llevándose una fortuna. Alcachofa, el ladrón más decidor que he conocido, decía siempre, cuando lo llevábamos a la comisaría: —¡Aquí me tráin, señor!... ¡siempre por lo mismo!..., secuestro de marengos—parodiando el estilo de los partes policiales—¡a un gringo que quería volar! Y éste murió en su ley: lo mató una puñalada, tirada por uno que, próximo a embarcarse, llevando unos ahorros, se encontró en un minuto más pobre que Job. El método de robo en que la inteligencia desempeña un papel más activo, es la estafa. El buen resultado para el ladrón depende de mil circunstancias que deben estudiarse, tales como el carácter del individuo, candidato a robado, sus tendencias, sus aficiones, sus amistades, su parentela, etc. Todo debe ser tenido en cuenta, y no puede darse un paso sin premeditación, bajó pena de perder el tiró. Por eso los estafadores veneran el tiempo: teniéndolo, son capaces de robar a un avaro. Sus trabajos son largos, pero seguros. Rara vez emprenden ellos la tarea de estudiar el individuó a quien van a hacer víctima de su habilidad: ese es trabajo del auxiliar, a quien ellos llaman changador de otarios, y que permanece siempre en la sombra, aun cuando lleva la parte más gorda de la empresa. Este auxiliar es, por lo general, un almacenero, que es el confidente de todos los artesanos y sirvientes de su barrió, un amigo desleal e infamemente codicioso, un pequeño negociante con apariencias de honorable, en fin, un individuó que a mansalva se informa de las peculiaridades de cada semejante, y las vende luego a los que inventarán el cuento apropiado para despojarlo, los que fabricarán la ganzúa que les franqueará el acceso hasta la caja anhelada. Jamás los estafadores dignos de fama malogran un esfuerzo: cuando se determinan a dar su golpe, es ya sobre seguro. El vulgo generalmente dice: —¡Amigo, que todavía haya tontos que se claven con estas cosas! Esta frase es hija de la ignorancia: no es que la víctima sea un tonto, no es que haya visto el lazó que le tienden: es que las cosas se le presentan con tal habilidad y con tal disimuló, que no hay previsión ni desconfianza que valgan. Un buen día se encuentran con un paisano y amigo—recién venido, a estar a su declaración—que les habla de la familia ausente, de la carta última que ha recibido, de las noticias en ella consignadas, relativas al estado de ánimo y fortuna del pariente que está en América, y éste cree a pie juntillas que quien le habla es efectivamente persona de su pueblo, amigo de los suyos, uno de esos seres indiferentes, cuyo recuerdo se ha borrado de la memoria con el transcurso del tiempo. Y entabla la relación; establecida la confianza, pronto la empresa habrá llegado a su término. ¿El individuó es desconfiado y avaro? El cuento que se prepara halagará su pasión predominante, y será no para que hable a su imaginación, sino a su juicio. ¿Es la víctima futura un imaginativo o un aventurero que quiere forzar la suerte? El cuento tendrá todos los caracteres necesarios para arrebatarlo. El sargento Gómez y Regnier—mi maestro inolvidable más tarde, en los días en que ya la fortuna comenzó a sonreírme y que me sirvió de guía para penetrar en el bajó mundo social de Buenos Aires, cuyos misterios haré desfilar ante la vista de mis lectores en cursó de estas Memorias—me fueron enseñando poco a poco a distinguir los caracteres de las cosas que como en un caleidoscopio pasaban ante mi vista. El primero me contó algunas estafas en que él había intervenido como empleado, en el tiempo viejo, que son, para aquella época lejana, obras maestras de habilidad, que si bien no pueden compararse con las de la época actual, que son verdaderas maravillas, dan ya una idea de lo que es el estafador y de los recursos de que echa mano para conseguir sus fines. NO LE SALVÓ SER MINISTRO Era teniente cuando en la Piedad, allá por 18..., un asturiano llamado José Cañete y Puertas, hombre ahorrativo y económico, amigo de las monedas como un judío, y más deseoso de hacer fortuna que de llegar a conquistar fama de santo y verse un día adorado en pintarrajeada efigie por creyentes masculinos y femeninos. A fuerza de guardar sus sueldos, limpiar las alcancías cuando podía y desplegar toda su astucia para cazar propinas y estipendios, había llegado a juntarse sus buenos cincuenta y cinco mil pesos de la antigua moneda, los cuales, en billetes del Banco de la Provincia, dormían tranquilos en el fondo del inmenso baúl que lo acompañaba desde su tierra. Cosa es que nunca pudo averiguarse cómo dos lunfardos llegaron a conocer el tesoro de Cañete: el hecho es que se lo robaron de una manera ingeniosa. Una tarde, al toque de oraciones, llegó a la sacristía un individuo al parecer italiano, cohibido, tímido, cortado, y le dijo que un amigo suyo que estaba moribundo deseaba confesarse con él, que sabía era caritativo y generoso. —No puedo salir ahora. —¡Pero señor!..., ¡el pobre Juan está enfermo!..., ¡mañana no hablará más!..., ¡por caridad, vaya a verlo! —¡No puedo y no puedo!... —¡Le haremos cualquier demostración!... ¡Tenemos dinero! —¿Dinero?..., ¿cuánto me dará? —¡Doscientos pesos! —Bueno... ¿dónde está la casa? —Aquí cerca... calle Paraná número setenta. Y el cura Cañete, próximo a tener un suplemento de doscientos pesos, entró contoneándose al número 70 de la calle de Paraná, acompañado de aquel cuya oratoria había vencido su voluntad. El número 70 era un cuartujo de mala muerte. El cura, al penetrar, no encontró sino un miserable catre en un rincón y en él, agonizante, un hombre ya de edad. Alumbraba la escena una luz mortecina, emanada de una vela colocada en el cuello de una botella. El moribundo, al entrar el sacerdote, levantó la cabeza toda reatada y la dejó caer pesadamente sobre la bolsa que le servía de almohada. —¡No se mueva, hermano!...—dijo Cañete con voz que quiso hacer tierna, y acercando a la cama del enfermo la única silla que había en el cuarto, se sentó. Su acompañante se paseaba cabizbajo a lo largo del muro más lejano del grupo. El cura Cañete comenzó a hablar como interrogando, luego acercó más su silla al enfermo y volvió a escuchar lo que éste hablaba. De repente se levantó y dirigiéndose al que había sido su acompañante, le dijo con tono compungido: —Da lástima, ¿eh?... Ya vuelvo; voy a buscar un crucifijo..., ¡es necesario que ese pobre muera como buen cristiano que es! Y salió. El enfermero se acercó al enfermo y éste le dijo con cara alegre: —¡Pisó el palito!.. ¡cái como un ángel! Minutos después se sintió el taloneo del cura, que esta vez venía como volando. Volvió a acercarse al enfermo, habló algo con él y no tardó en dejarlo. El enfermero lo salió acompañando, y lo acompañó hasta la misma esquina de la iglesia: Cañete volvió varias veces la cabeza mientras atravesaba el atrio y allí estaba el pobre italiano mirándolo y poniendo una cara como de quien no puede aguantar el llanto. Cañete siguió el largo pasadizo que, abriéndose sobre el atrio, conduce a la sacristía, y no bien desapareció, el acompañante echó a correr calle arriba. Dos minutos después, el cura atravesaba el atrio con la sotana levantada y llevando una bolsita en la mano. Corrió hasta el número 70, y llamó: no obtuvo respuesta. Siguió llamando apresurado, y al fin, a los golpes, vino el almacenero de la esquina, quien al encontrarse con el cura se sorprendió, y más al oírle decir: —¿Dónde está el enfermo? —¿Qué enfermo? —El que vivía en este cuarto. —¡Si este cuarto no está habitado todavía!... ¡Hoy me lo alquilaron unos mozos, pero aun no han traído sino un catre!... El cura no oyó más, y salió en dirección a la comisaría a dar cuenta de que lo habían robado. Se abrió la puerta y en el cuarto no se encontró sino un catre y un cabo de vela. Enfermo y enfermero se habían hecho humo. Para engañar al pobre Cañete, los ladrones halagaron su pasión dominante. El enfermo le dijo que bajo la almohada guardaba cinco mil pesos en oro,—que entonces tenía un premio de ciento veinticinco por ciento -y que quería dejarlos para misas, pero que deseaba dejarle cincuenta mil pesos papel a su cuñada, que vivía en Flores, y era el único pariente que tenía. Cañete se ofreció para decir las misas. El enfermo aceptó, pero agregó: —Hay una dificultad. ¡El dinero de mi cuñada quiero que lo lleve mi amigo que me ha ayudado tanto! Deseo darle algo a él, pero quisiera que no supiese que dejo para misas... así, si usted pudiera cambiarme por papeles, yo haría el reparto mañana... ¡No he de morir todavía! Cañete vio un negocio espléndido en el cambio y trajo sus pesos a pretexto del crucifijo, recibiendo por ellos una bolsita llena de... balas achatadas. Su amor a las monedas lo dejó en el mismo estado financiero en que llegó al país: todo fue, pues, cuestión de comenzar de nuevo. Jamás pudo dar la policía con los ingeniosos autores de este cuento. CUPIDO Y CACO Otro scrucho o cuento lindo—digno del anterior el que hubieron de hacerle a don José Robillotti, honrado italiano, que a fuerza de labor había conseguido acumular unos dos mil nacionales. El amigo Robillotti, viudo, vivía en una casa de inquilinato, ubicada en la calle de Reconquista, en compañía de Rosita, su hija. La tal muchacha, con sus 14 años, su carita rosada y sus piernas gruesas y bien torneadas, era algo apetitoso y tentador y hacía la desesperación de los dandys del barrio, que no perdían ocasión de verla pasearse en la vereda con sus coquetos vestiditos rosa, sus delantales negros guarnecidos de trencilla punzó con pliegues de pestaña, haciendo cantar sus zuequitos escotados, y moviendo al son de esa música su cuerpo flexible y airoso. Y, ¡luego los vestiditos que usaba!... Si eran lo más traidores: jamás cubrían las hermosas piernas tentadoras, calzadas, por lo general, con medias punzó. Esas piernas eran, para los adoradores de Rosita, como la miel para las moscas. Y ella lo sabía la muy mimada, y sin embargo se hacía la inocente, y las declaraciones más ardientes, los piropos más expresivos y más achicharradores, apenas le arrancaban como contestación un: —¡Puerco!... ¡Cochino!... ¡Qué más se quisiera!... ¿Quiere ver que llamo a me tatas? Frases con las que dejaba helados a sus novios, que se contentaban con mirarla desde la esquina, blanqueando los ojos, retorciéndose el bigote, si lo tenían o pellizcándose el punto donde debieran tenerlo, y entregándose a toda suerte de ejercicios gimnásticos con sus respectivos bastones, cosa que creían la más sublime expresión del chic y la más elocuente prueba de su experiencia en asuntos amorosos. ¡Pero Rosita era insensible a estas demostraciones equilibristas! Un buen día dejó de salir a la vereda, y en el barrio se corrió la voz de que la visitaba un mozo, empleado de la Municipalidad. Como no volvió a aparecer en la calle, sus adoradores, fastidiados, fueron a ser satélites de otras constelaciones. Desde entonces se vio a Robillotti acompañado de un joven al parecer criollo, llevando con cierta elegancia un trajecito de saco, de esos que son una falsificación de última moda,—hechos con toda conciencia por un sastre baratillero—y que era de su misma opinión en todos los asuntos que trataban. Evidentemente, era un yerno futuro: sólo éstos son capaces de pensar en todo igual a otro hombre; es privilegio de los que están por ser suegros encontrar quien no los contradiga en nada. Una tarde venía por bajo los sauces de Palermo el sargento Gómez, cuando de repente se topó con un ladrón, conocido por el apodo de Silvita que, acompañando a un individuo que respiraba honradez por todos sus poros, se ocupaba en contar los árboles del bosque. Sospechando que fuera una víctima futura del acompañante, le interrogó sobre lo que andaba haciendo, y le encontró muy reservado y poco dispuesto a hablar de sus intenciones y miras. Silvita, colorado hasta las orejas, se entretenía en mascar unas hojitas de sauce. El sargento se llevó los dos ciudadanos a la comisaría y allí se descubrió el pastel. El paseante del bosque—que no era otro que Robillotti—cuando supo qué clase de pájaro era su acompañante, cantó de plano. Dijo que este era el novio de su hija, y que hacía seis días que la había pedido en matrimonio, declarándole que no podía casarse hasta no realizar un negocio que tenía entre manos. Interrogado por él sobre la naturaleza de este negocio, le había dicho: —Yo soy empleado municipal, y puedo sacar con facilidad el corte de todo el sauzal de Palermo. Pagan veinte centavos por cada árbol y dejan éste a beneficio del contratista; pero hay que dar una garantía de dos mil nacionales y yo no los tengo. —Pero los tengo yo... y es lo mismo, dijo Robillotti, que, habiendo sido carbonero, conocía el precio de la leña, y como buen genovés, calculó en un segundo que la fortuna llamaba a su puerta. —¿Cuántos son los árboles? —Amigo Robillotti, va a ser un sacrificio... —¡Bueno!... no hablemos más de eso. ¿Cuántos son los árboles? —No lo sé. —Mañana los contaremos... ¡ofrezca no más la garantía! Y Robillotti andaba ya por largar la mosca, cuando para felicidad de su bolsillo, lo encontró el agente policial. Silvita halló cierta toda la relación del que hubo de ser su suegro y se contentó con decirle cínicamente: —¡Qué mi suegro este!... ¡Hubiese querido verle la cara cuando los chafes (vigilantes) lo hubieran agarrado cortando sauces! Robillotti no paró hasta su casa. Allí instruyó a Rosita sobre el fracaso de su casorio, y ésta, pasada la primera impresión, volvió de nuevo a la vereda a lucir sus piernas torneadas y a hacer cantar a sus zuecos el aire con que acompañaba los movimientos graciosos de su cuerpo flexible. EL PRIMER CLIENTE Acababa de recibir su título de abogado y de instalar su estudio con toda coquetería. Eran dos pequeñas piezas situadas en una casa de altos de la calle de Bolívar, puestas con la magnificencia que sus escasos recursos le habían permitido y que consideraba regias, dado el esfuerzo que le había costado alhajarlas. ¡Era en ellas un rey! ¡Qué pequeños y miserables conceptuaba, comparados con él, al estudiante de primer año que debía servirle de amanuense y que era un comprovinciano suyo y al gallego Manuel que le servía de mandadero! Ambos no le llamaban sino el doctor, como obligaban las tablillas que tenía a la puerta, y le halagaba que no le olvidaran el título ni aun en la más insignificante emergencia de la vida. Esa frase que se había ganado y que le distinguía de los demás mortales, le sonaba en el oído de una manera especial: la encontraba dulce, acariciadora, melodiosa. Tres días hacía que a las doce en punto llegaba a su oficina vestido todo de negro, con levita y galera, llevando en la mano un rollo de papel, y que veía al amanuense y a Manuel, que dejaban los dibujos y letras góticas que se ocupaban en borronear y le saludaban, volviendo a su tarea luego que él se instalaba en su escritorio con toda prosopopeya. Ya esta escena se le iba haciendo familiar, cuando al cuarto día entra al estudio y en vez de hallar sus súbditos haciendo ensayos caligráficos, los encuentra nada menos que parados al lado de la puerta como jugando a quien le abordaba primero. Algo extraordinario le ocurrió que acontecía, e interrogó al amanuense que con una presteza suma le contestó: —Ha venido, doctor, un señor de edad, acompañado de una niña. Dijo que quería confiarle un asunto. Yo le dije que volviese a las doce y media. El amor propio le impidió abrazar al amanuense. ¡Un cliente! ¡Ya le parecía que la fortuna estaba en su mano! Comenzó a pasearse inquieto, en el escritorio, hasta que oyó la voz de Manuel que decía: "Ahí están", con un tono tal, que traducía a las claras su alegría por haber aventajado al amanuense en una información para el doctor, que era el Dios de ambos. No tardó en hallarse en su presencia un señor alto, de maneras distinguidas, vestido de negro, con el cabello blanco, cortado en forma de melena. Acompañábalo una niña de quince o dieciséis años, espléndidamente bonita y vestida con una sencillez y una elegancia admirables. Para más señas, tenía un hoyito en la barba que se llevaba los ojos de uno, como si no tuvieran dueño. Mientras duró la conferencia con el padre, no le quitaba la vista de encima, y ella bajaba la suya, se ruborizaba, y para disimular su turbación, jugaba con el abanico con un aire infantil que enloquecía. Quedaron con el padre en que al día siguiente le llevaría los antecedentes de la cuestión que quería entablar, que era intrincadísima. Le prometió, sin embargo, que la ganaría con costas y aun que haría encarcelar a la parte contraria. ¡Con qué ansia esperó el día próximo! ¡Imagínenlo los que puedan, no olvidando que se trataba de su primer cliente, y de una muchacha de quince años, que tenía unos ojos más alegres que un informe in vote 36 de cualquier abogadillo ramplón! Esa noche soñó con una porción de cosas bellas, y todas ellas tenían algo que ver con la hija del cliente de la melena. Llegó, por fin el día y con él la hora de oficina. Se hallaba en su escritorio, y sin embargo le parecía que no era cierto; le faltaba el aplomo; el corazón le latía. Paró un carruaje de repente: se puso de pie como movido por un resorte. ¡Ahí estaban, ella y él! Cuando vio que no entraba sino ella, casi se cayó la emoción le paralizaba la lengua. —Señor doctor, habiéndose enfermado mi padre... —Señorita..., señori... ta, crea que... —...no puede concurrir y me... —¡Valiente!... Tanta incomodidad... ¡Tome usted asiento! —...¡envía con estos papeles para que usted los revise! Le tomó los papeles, y cuando sus dedos rosados tocaron los suyos, sintió un cosquilleo en el corazón, en la espalda y en las piernas, que, francamente, le hizo pasar un mal rato. Ella, ruborosa, le miraba con sus ojos brillantes e incomparables. Revisó los papeles a la ligera y se convenció de que no le daban luz alguna en la cuestión. Lo manifestó así a la portadora, y con este motivo entró en una agradable conversación, que degeneró en charla bullanguera. Cuando se despidieron eran lo más amigos, y ella prometió volver al día siguiente a traerle nuevas luces, cosa de que él no dudaba, mirando sus hermosos ojos pardos, dulces y tiernos. Las visitas, para darle datos, se repitieron unos seis u ocho días. Durante ellos, no se ocupó de clientes ni de nada: no tenía más preocupación que Angelina, y ella, según se lo había manifestado, en momentos en que la ternura llevaba a tocarse sus cabezas, no tenía tampoco más preocupación que el doctor. Una tarde en que el idilio alcanzó proporciones alarmantes, y en que su boca sedienta de besos, pedía y pedía sin cesar pruebas del amor que reflejaban los ojos de la hija del cliente respetable, ésta le prometió la gloria: a las doce de la noche le esperaría en la sala de su casa en la calle de las Artes, cuyo zaguán sería dejado entreabierto para darle paso. Esta sentencia definitiva que se prometía a sus súplicas, le entreabría el cielo. Toda esa tarde se creyó un Tenorio. Con el último campanazo de las doce, dado por el reloj de San Nicolás, penetraba él sigilosamente a la casa de su amada, y se arrojaba en sus brazos. Un mundo de besos fue el saludo: era mudo, pero expresivo. Luego se encaminaron a tientas a una butaca, pero no se habían sentado aún, cuando en una de las puertas interiores apareció el respetable cliente con una vela en la mano y seguido de dos testigos. La inocente muchacha aprovechó la confusión para hacerse humo. Él estaba alelado. —Ha pretendido usted corromper a una menor... ¡los señores son testigos! Voy a labrar un acta y... —¡Es inútil, señor! ¡Yo voy a retirarme! —¿Sí?..., ¡está bien! ¡Sin embargo, sepa usted que si para dentro de tres días no me entrega dos mil nacionales, me presento a los tribunales y le armo una cuestión que le dé por resultado perder su título cuando menos! Y se retiró alicaído y cabizbajo, mortificado por su amor propio, ajado y deprimido, y dejando en poder de su cliente un documento firmado en que constaban prolijamente las circunstancias y pormenores de su desventura. Reflexionó con calma, y vio que lo mejor era echar tierra al asunto y pagar sin decir una palabra. ¡Y pagó su chapetonada! Testigos fueron las letras del Banco de la Provincia, que conservó mucho tiempo como recuerdo de su primer cliente, que era nada menos que el ladrón más sagaz y más fino que ha producido Buenos Aires. Su nombre es conocido: El Cuervito. AL REVUELO Los lunfardos que cuentan el cuento, dan a cada uno de sus robos un nombre distinto y apropiado a los medios que usan para efectuarlo. Cuando estafan, valiéndose de los sentimientos religiosos, dicen que han hecho "un católico", y si han empleado el recurso de los papeles inservibles, o sea el balurdo, han hecho un toco o un vento, mischo. También tienen otro golpe lucrativo, que es el cambiazo, o sea el engaño, la mistificación, otra prueba del ingenio de estos perdularios que si dedicaran su inventiva y sus facultades a cosas útiles, producirían verdaderas maravillas. Un señor, vestido con cierta elegancia, comienza a llegar a hora determinada a un almacén, cuyo propietario encierra en el fondo de su alma un inmoderado deseo de lucro, que tal vez ha pasado desapercibido para el vulgo, pero que el olfato finísimo de los estafadores ha descubierto. Compra, por ejemplo, un paquete de cigarrillos y una caja de fósforos, diariamente y a la misma hora: el almacenero nota la singularidad y designa a su cliente con el mote de "el de los cigarrillos", llegando un momento en que ya el cliente no tiene ni necesidad de solicitar su consumo. Cuando ya ha sido notado, pregunta un día si hay buen Oporto o buen Coñac, y toma una copita de pie, al lado del mostrador, con aires de hombre cuya dignidad se sentiría deprimida penetrando al despacho de bebidas donde pulula el vulgo de los bebedores. Este pequeño consumo a hora fija, establece una especie de intimidad entre el almacenero y su cliente, que, como es locuaz y comunicativo, le hace saber que es un funcionario de categoría elevada, más o menos en los ramos en que el almacenero pueda tener algún día necesidad de un buen padrino, o si no hombre de influencia en el círculo político dominante o con el comisario de la sección o con la comisión de higiene de la parroquia. Iniciada la amistad, y luego intimada merced a la regularidad del consumo de la copita y el buen pago diario, con propina de los dos o tres centavos sobrantes y sin aceptar el fiado ofrecido, un buen día el hombre se saca un anillo con un gran solitario, o un rico reloj de oro, con cadena maciza y vistosa, y dice al almacenero: —¡Vea!... ¡Hágame el favor de hacerme tasar esta prenda con algún joyero de su confianza, algún amigo de conciencia!... ¡Tengo necesidad de saber exactamente su precio! El almacenero acepta complacido la comisión, y al otro día le informa que la alhaja es riquísima y que puede valer como mínimum seiscientos pesos. —¡Bueno, amigo!... ¡Me alegro!... ¡Estoy salvado!... Figúrese que necesito trescientos pesos por cuatro o cinco días para un compromiso, y un usurero a quien le llevé la prenda me dijo que ésta no era buena y que por ello, si me daba los pesos por cinco días, me cobraría cincuenta de interés. —¡Qué bárbaro!—dice el almacenero, escandalizado, pero brillándole los ojos. —Voy a buscar otro más humano, ¿no le parece? —¡Claro! —¡Le dejo la prenda y le pago treinta pesos cuanto más! —¡Es natural!... ¡Vea, si no se ofende..., ocúpeme con confianza!... ¿Qué diablos, para qué son los amigos? Y cierran el trato. A los dos días se presenta el cliente con un amigo que va a comprar la prenda en setecientos pesos y quiere verla. El almacenero la trae, la ven, la revisan, y luego se la devuelven y se retiran los amigos, después de un consumo moderado del "Oportito" famoso, o del "Coñaquito, capaz de despertar a un muerto". Y el cliente no vuelve a aparecer más por el almacén. El almacenero, cansado de esperarlo, pone avisos en los diarios, llamándolo, si es muy amigo de formas legales, pero constatando con dolor, recién, que ignora, no solamente el domicilio del cliente, sino también su nombre y apellido. La duda le asalta y va a ver al joyero que le tasó la prenda, y éste le declara rudamente que no es la misma que le llevó la primera vez sino una imitación. Y aquí son los improperios, las maldiciones, el lamento con todas las personas que entran al negocio, pero nada le vale: el cambiazo se efectuó delante de sus ojos y no supo verlo, y los trescientos pesos volaron del cajón como por arte de encantamiento. LOS MISTERIOS DE BUENOS AIRES Mi permanencia en el delicado servicio que tenía a su cargo el sargento Gómez, fue la mejor escuela de la vida a cuyas aulas yo pudiera concurrir, y en ella aprendí a conocer este Buenos Aires bello y monstruoso, esta reunión informe de vicios y de virtudes, de grandezas y de miserias. Yo penetré el movimiento de los hombres en sus calles estrechas, las pasiones que encierran los palacios y los conventillos, los intereses que se juegan diariamente desde la Bolsa a los mercados, y, nacido en las más humildes esferas, ascendí peldaño a peldaño la larga escala social, tendida entre el humilde vigilante, que, parado en una esquina, expuesto a las inclemencias del tiempo, ignora todo lo que no se relacione con el pequeño radio puesto a su cuidado, y apenas sospecha los sucesos de más volumen que ocurren fuera de su parada y la vida turbulenta y accidentada de los hombres de mundo. Todo lo que vi y aprendí en mi larga y penosa ascensión, todo desfilará en las páginas de estas Memorias, y si no en este volumen, en otro que le seguirá reflejaré con toda la precisión que me sea dado, las cosas y los hombres que encontré en el andar de mi vida y los sucesos extraordinarios en que más de una vez tuve que actuar. EL HOMBRE PROVIDENCIAL Un suceso criminal que después relataré y que forma uno de los capítulos más importantes de mi vida, me proporcionó ocasión de distinguirme, y fui ascendido a sargento y nombrado en reemplazo del viejo Gómez, que fue jubilado. La noche del día en que recibí mi nombramiento, me retiraba a mi modesto cuarto de conventillo—pues tiempo hacía que había dejado el que por meses ocupara en casa del comisario—e iba con el corazón lleno de ilusiones, y cantándome en el alma un coro de alegría, cuando de repente, al volver la esquina de Piedad 88 y Suipacha, me topé de manos a boca con un hombre que pretendió ocultarse en el hueco de una puerta. Era un individuo correctamente vestido de negro, de levita perfectamente abrochada y sombrero de copa, y llevaba bajo el brazo un bastón, cuya contera reluciente brillaba con los primeros rayos de luna que comenzaba a alzarse sobre el atrio de San Miguel. En el suelo y ante él, estaba un pequeño paquete y al lado el cajón de la basura, perteneciente a la casa en cuyo umbral se había detenido. Cuando se irguió, le conocí, a pesar de hacer seis meses que no le veía: era el concurrente a las antesalas del Ministerio del Interior, el visitante del mayordomo, don Tomás Regnier, aquel hombre cuya miseria tanto me había llamado la atención en mis horas de guardia, frente a la puerta de la sala de espera y cuya silueta he presentado al comenzar estas Memorias. —¡Hola amigo!, ¿qué hace? —¡Qué quiere que haga, señor vigilante! Disputaba a aquel atorrante—y alzando el brazo me mostró un perro de esos callejeros, flaco y sucio, que parado sobre tres de sus cuatro patas por tener una enferma, nos miraba desde el atrio—¡esos restos de pescado y de puchero que he envuelto en ese diario! —¿Para qué? —¡La pregunta!... ¡Para cenar!... ¡La vida hay que hacerla a pesar de todo, señor vigilante! —Dígame, ¿no es usted aquel hombre que concurría todas las tardes al Ministerio del Interior, y que se iba a curar en la Convalecencia? —¡El mismo, sí, el mismo!... ¿Y Vd. quien es? —¿No se acuerda de mí?... Aquel agente que le dio cinco pesos para que fuera... —¡Oh! ¡Oh!... ¡Sí! ¡Sí!... ¡Oh! ¡Me acuerdo bien, sí!... ¡Después no lo he visto más!... ¡Y eso que voy al Ministerio como siempre!... —¿Y se curó? —¡Muy bien, gracias, muy bien!... Hoy ya estoy sano de los vahidos (perfectamente sano), pero la posición ¿sabe usted?... ¡la posición social..., eso sigue mal, muy mal!... ¡La suerte es caballa! Me dio lástima aquel pobre ser enclenque y miserable, que disputaba a los perros callejeros su alimento y, diciéndole que me siguiera, lo conduje hasta "La Croce di Malta", en la calle cortada del Mercado del Plata, donde a todas horas de la noche se encontraba un pan, una botella de vino y un plato de busecca. Allí, en una mesa, cerca de otra, donde un grupo de trasnochadores hacía su colación alegremente, nos sentamos los dos, y luego que él saludó con complacencia y gran dignidad a los turbulentos vecinos, diciéndome, mientras movía la cabeza y sonreía: "son los muchachos de los diarios, ¿sabe?, los noticieros de la Patria Argentina.. La Nación, La Prensa, que vienen a conspirar contra los directores porque no les aumentan el sueldo", nos pusimos a comer. De esa noche data mi amistad con el hombre extraordinario, cuyas aventuras forman por sí solas el volumen más curioso de la vida porteña que pueda imaginarse, y data también mi engrandecimiento moral, pues, si bien yo le proporcioné los medios de regenerarse físicamente, él, en cambio, me dio alas, me arrebató consigo y me puso en aptitud no sólo de hacer con brillo mi camino, sino también de escribir estas Memorias, cuya primera parte termina por haber llegado el momento en que el vago de las cuchillas, el humilde soldado del 6º, alcanzando al puesto de sargento en la policía de Buenos Aires, pudo ensanchar la esfera de su acción y dejar a la espalda los días oscuros en que el anónimo mataba todas sus iniciativas e invalidaba sus penosos esfuerzos!